En los últimos cuatro años, La Araucanía ha enfrentado un desafío que toca uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad: la protección de la infancia. Desde 2020, se han cursado 67 sanciones a empresas por incumplir la normativa relacionada con el trabajo infantil. Solo en lo que va de este año, ya se han registrado 12 casos, según informó recientemente la Dirección del Trabajo.
Aunque estos números son preocupantes, también revelan que los mecanismos de fiscalización están funcionando y que se está visibilizando una problemática que por años ha permanecido en la sombra. La legislación chilena establece que los menores de edad no pueden trabajar, salvo en circunstancias muy específicas, y siempre garantizando que no se afecte su salud, educación ni desarrollo integral.
“En Chile, el trabajo infantil está prohibido por regla general, pero existen excepciones para adolescentes entre 15 y 18 años, bajo condiciones muy estrictas”, explicó el director nacional subrogante del Trabajo, Sergio Santibáñez.
A nivel nacional, se han realizado más de 2.200 fiscalizaciones, con 1.049 sanciones impuestas. Las regiones con mayores infracciones incluyen la Metropolitana, Valparaíso, Biobío, Los Lagos y O’Higgins.
Las multas pueden superar el millón de pesos, dependiendo del tamaño de la empresa y la gravedad del caso, pero más allá de lo económico, está en juego la dignidad y bienestar de cientos de niños y niñas.
Desde la Dirección del Trabajo hicieron un llamado a la ciudadanía a denunciar estas situaciones, ya que la participación activa de la comunidad es clave para erradicar esta práctica.
🟢 Un desafío que también abre oportunidades
Frente a esta realidad, diversas organizaciones sociales y comunitarias en La Araucanía están trabajando para ofrecer alternativas reales a las familias más vulnerables, como programas de apoyo escolar, talleres de formación, o acceso a redes de protección social. La clave no solo está en sancionar, sino también en prevenir y acompañar.
En Revista Araucanía creemos que visibilizar estos temas no es mostrar lo negativo, sino reconocer que hay desafíos pendientes y que juntos —como región— podemos construir un futuro más justo para nuestra infancia.
